Coordinador Región de Coquimbo


Vicepresidente Afams

Profesional Carlos Barraza S.

Soy psicopedagogo con 12 años de experiencia en el área de discapacidad interviniendo, orientado y previniendo dificultades en la adquisición, asimilación y proyección mediante terapia asistida con animales de los aprendizajes, 7 años en el área deportiva potenciando y orientando a jóvenes deportistas con algún grado de discapacidad y sus respectivos entrenadores. Coaching en educación, y Facilitador internacional de neuroherramientas. Actualmente soy vicepresidente y coordinador de coquimbo aquí en afams. 

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La Actividad Física Adaptada

En la región de Coquimbo, si bien es cierto, el deporte adaptado e inclusivo ha dado luces de ir en alza, en muchos lugares de esta región, se toma como recreativo, no dándole otro enfoque, perdiendo deportistas con algún grado de discapacidad con gran potencial para representar un equipo, una ciudad, una región e incluso al país, es por ello que, como representantes de Afams región de Coquimbo, queremos potenciar a jóvenes en situación de discapacidad, entregándoles herramientas necesarias abriendo espacios deportivos y motivarlos para que puedan desenvolverse como deportistas de alto rendimiento y así, sentirse parte de este mundo en donde las limitacias y sesgos sociales, solo les llevan a vivir bajo el alero de cuidadores y a pequeños trabajos que en cierta medida los limita a no sacar todo el potencial, físico, emocional, mental que puedan poseer.

III Estudio Nacional de la Discapacidad

Región Coquimbo

Un 10,6% de la población adulta de la región de Coquimbo son personas con discapacidad, proporción menor que el porcentaje de la población nacional (17,6%). De ellas, 3,2% son personas con discapacidad leve a moderada, y un 7,4% personas con discapacidad severa.

La distribución del porcentaje de discapacidad en la población adulta según sexo mantiene la tendencia nacional, pues en las mujeres hay mayor prevalencia de discapacidad comparado con los hombres. Del universo de mujeres adultas en la región, un 13,8% son personas con discapacidad, mientras que en los hombres adultos en la región dicho porcentaje es de 7,2%.

El porcentaje de discapacidad de la población adulta por tramo de edad sigue el patrón nacional, pues aumenta significativamente con la edad. Si consideramos el tramo etario de 18 a 59 años, el 5,4% son personas con discapacidad, y en la población de 60 años y más, el 28,4% son personas con discapacidad. Al comparar los promedios de edad de la población adulta sin discapacidad y con discapacidad, el de la población sin discapacidad es de 43 años y el de la población con discapacidad es de 63,7 años.

Al comparar el porcentaje de discapacidad de la población adulta por quintiles de ingreso autónomo per cápita del hogar, se evidencia que en los quintiles de menores ingresos hay mayor prevalencia de discapacidad, pues en los quintiles I y II, un 12,6% corresponde a población con discapacidad, y en los quintiles III al V, un 9,1%.

Los indicadores de educación muestran que la población adulta sin discapacidad tiene, en promedio, más años de escolaridad que la población adulta con discapacidad. En la región, las personas sin discapacidad tienen un promedio de 12 años de escolaridad, mientras que la población con discapacidad tiene un promedio de 7,9 años de escolaridad.

Los indicadores laborales evidencian las brechas de inclusión laboral entre la población adulta con y sin discapacidad. El 16,1% de la población adulta con discapacidad está ocupada, frente al 58,4% de la población sin discapacidad. Respecto a la población que participa del mercado laboral, es decir, que está disponible para trabajar (ocupado o desocupado), en la población con discapacidad es un 18,3%, comparado con un 65% de la población sin discapacidad. A la vez, la población inactiva (que no trabaja y que no está buscando empleo por diversas razones), es un 81,7% de la población con discapacidad, frente al 35% en la población sin discapacidad.

Respecto a la dependencia, se identifica como persona en situación de dependencia a aquellas personas con discapacidad que, debido a su salud, requieren de la asistencia de otra persona para realizar algunas tareas o actividades en su vida diaria. Del total de personas adultas con discapacidad, el 55,7% se encuentra en situación de dependencia.

La situación de dependencia aumenta según aumenta la edad: de los adultos con discapacidad de entre 18 a 59 años, el 45,4% está en situación de dependencia, mientras que en los adultos con discapacidad de 60 años y más, el 62,4% está en situación de dependencia.

La situación de dependencia según quintil de ingresos autónomos del hogar indica que, dentro del universo de personas adultas con discapacidad, en los quintiles de menores ingresos existe un mayor porcentaje de personas en situación de dependencia: el 59,9% de la población con discapacidad en los quintiles de más bajos ingresos (I y II) está en situación de dependencia, mientras que en los quintiles de mayores ingresos (III, IV y V), el porcentaje de personas en situación de dependencia es menor (52%).

En relación a las personas que cuidan, el 73,8% de las personas en situación de dependencia indica que cuentan con al menos una persona que le presta asistencia permanente para realizar actividades de la vida diaria.

En temáticas de salud, respecto a la prestación de salud, un 90,2% de la población con discapacidad se atiende por Fonasa, a diferencia de un 95,3% de la población sin discapacidad. Respecto a la declaración de enfermedades, las personas con discapacidad indican tener una mayor cantidad de condiciones de salud, ya que el 53,8% reporta tener 3 o más condiciones de salud, frente al 11,73% de las personas sin discapacidad. De manera similar, el 52,7% de las personas con discapacidad señala tener alguna condición de salud permanente y/o de larga duración[1], proporción mayor que el 6,7% de las personas sin discapacidad.

En relación a las ayudas técnicas, el 10,4% de las personas con discapacidad indica no tener ayuda técnica pero sí necesitar una, y el 35,3% utiliza alguna ayuda técnica, y requiere de otra adicional.

En lo que respecta al entorno y al ambiente, las personas con discapacidad en gran medida perciben como barreras (difícil o muy fácil de utilizar) el uso de los espacios públicos (43,6%), tiendas, bancos o comercios (43,8%), sistema de transporte público (54%) y servicios de salud (38,1%). Asimismo, las personas con discapacidad indican tener mayor dificultad que personas sin discapacidad para conseguir ayuda de parientes o familiares cercanos (20,4%), de amigos o compañeros de trabajo o estudio (36,9%) y de vecinos o conocidos (35,7%).

[1] Refiere a dificultad física y/o de movilidad, mudez o dificultad en el habla, dificultad psiquiátrica, dificultad mental o intelectual, dificultad psicosocial, sordera o dificultad para oír usando audífonos, ceguera o dificultad para ver aun usando lentes.